Una evaluación no es solo confirmar los
resultados de los alumnos. Su misión es la de certificar hasta qué punto se han
cumplido los objetivos de aprendizaje propuestos. Como misión diremos que es la
de informar al alumno sobre el aprendizaje que se ha llevado a cabo y por otra
parte suministra datos al profesor para que pueda mejor en sus labores como
docente.
A la hora de realizar un seguimiento en
cualquier proceso de Enseñanza – Aprendizaje, debemos concluir:
- Si este proceso de aprendizaje se está realizando de la forma prevista
- Si deberíamos analizar las posibles dificultades que se hayan planteado en dicho proceso y posteriormente ver si hay algún tipo de corrección para las mismas.
Con relación a estas características, es decir, con las nuevas
maneras de evaluar basadas en unos “criterios de evaluación concretos” y, junto a unos “indicadores de evaluación”,
a diferencia de un tipo de evaluación tradicional basada únicamente en los
resultados finales, se da al docente un papel principal.
Con arreglo a lo anteriormente dicho, los
docentes tendrán:
- Que identificar todos aquellos factores que tengan por objeto una evaluación continua aplicando aquellos indicadores que le permitan tener algún tipo de valoración en relación a la suficiencia y la adecuación de todas las acciones formativas. Del mismo modo velará por el progreso de los alumnos en cuanto a la nueva adquisición de conocimientos para que como meta final se cumplan los objetivos del curso.
- De alguna manera, hay que ver qué tipo de técnica vamos a emplear con referencia a la elaboración de la evaluación (cuestionarios, pruebas prácticas, etc, ….)
- Definir en qué tiempo y cuándo recoge toda la información para su valoración.
Con perspectivas a mejorar las calidades
de los cursos en cuestión, se podría decir que las evaluaciones nos van servir
como herramienta para mejorar todas aquellas incidencias antes de que cualquier
curso llegue a su finalización.